Por fin tenemos a los ganadores del concurso de relatos. Enhorabuena a María del Mar Gracia Grau y a Laura Partida, ganadoras. Queremos felicitar también a los accésit Elena Melero, David Chacón y Julia Castro. Todos vuestros textos serán publicados en el Contextos del año próximo. A todos los presentados, muchas gracias por participar.
RELATO GANADOR DE 1º Y 2º DE ESO
NUEVO AMIGO
Mi nombre es Charles, Charles Tomson, y tengo un amigo alienígena.
Sí, sí, habéis leído bien, un alienígena. Te contaré cómo es
esto posible.
Un día yo estaba aburrido, así que decidí dar una paseo Cuando
salí de mi casa, en mi puerta había un cartel pegado: “Se buscan
hombres para subir a gravedad 0”.
-Oh, ¡vaya! Qué divertido, voy a apuntarme.- dije, pensando que
era algún tipo de obra de teatro, porque no leí el resto del
cartel.
Rápidamente llamé al número que aparecía en el anuncio, y me metí
a una especie de clases de entrenamiento espacial.
Meses después, ahí me ven a mí, en una especie de nave espacial
camino a la Luna.
-¿Cómo llegué aquí?- me preguntaba, mientras miraba por la
ventana viendo el oscuro espacio. Yo solo quería actuar en un
teatro. Pero supongo que hay varias formas de hacerse famoso. Como
ser el primer español en visitar la Luna, por ejemplo.
Me sentía cansado, así que tuve la grandiosa idea de echarme en el
panel de control, mal plan. Se ve que apreté algo que no debía y
activé una especie de cuenta atrás para la autodestrucción de la
nave. También os digo, ¿quién rayos pone un botón de
autodestrucción en una nave espacial…?
Salí lo más rápido que pude y cogí lo que creí más importante,
mi celular.
Al menos estaba en la Luna, pero sin medio de transporte. Intenté
llamar al cuartel general para que vinieran a buscarme.
-¿Hola? No sé si lo notaron, pero dejaron a alguien en el espacio.
No hubo respuesta. ¿Adivinan por qué? Pues porque obviamente no hay
cobertura en el espacio. ¡Qué listo yo!
Después de muchos, muchos, MUCHÍSIMOS intentos, me rendí, y me
senté en una roca extrañamente blandita para ser una piedra, a
esperar mi inminente muerte como la persona paciente que soy.
-No sabía que una roca podía ser tan cómoda- dije, yo todo feliz
con mi piedra, hasta que empezó a moverse sola. ¿Adivinan otra vez?
No era una piedra.
Yo me levanté rápidamente al notar el movimiento, y sorpresa fue la
mía cuando la supuesta roca se levantó también, abriendo tres ojos
y moviendo lo que parecían ser unos tentáculos.
Estoy seguro de que mi cara no tenía precio, estaba para sacarme una
foto y hacerme un meme. Yo hice lo que toda persona haría en mi
lugar, correr y gritar mientras el alienígena me miraba como si yo
fuera un bicho raro.
-AHHHHHHH!
Así estuve por un buen rato, hasta que se cansó de esperarme y me
paró con uno de sus… ¿brazos? Y me habló en un idioma que no
logré entender.
-¡No me comas, no tengo buen sabor!
Bueno, en vez de comerme me dio un abrazo medio raro. Asumí que se
sentía solo y que no iba a comerme, así que me tranquilicé y jugué
con él a una especie de parchís hecho de rocas lunares que sacó.
Después me puso una burbuja en la cabeza, se ve que con ella podía
respirar sin necesidad de un tanque de oxígeno. Nos hicimos muy
amigos, y ahora no quiero dejarlo solo otra vez. Así que, jefe, si
está leyendo esto, dimito. Y jódase, por no mandarme mi salario.
María del Mar Gracia Grau, 2ºA
RELATO GANADOR DE
3º Y 4º DE ESO
TERRIBLE FINAL
-No me entiendes- le dije.
El verdadero problema es que sí lo hacía, me conocía demasiado.
Quería que se fuera, aunque eso significase tener que romperle el
corazón.
-¡Fuera, no te quiero volver a ver!- le grité en medio de un llanto
desconsolado.
Él se fue con una mirada perdida, confusa, ausente. El que sería mi
asesino salió de su escondite, aún apuntándome con su pistola.
Sabía que me quedaba poco, segundos, tal vez minutos.
-No lo hagas, por favor- supliqué, con la esperanza de que
recapacitara.
- Da gracias a que he dejado ir a tu novio- escupió, con la voz más
terrorífica que había escuchado en mi vida.
Tenía razón, al menos había salvado al amor de mi vida. Él lo
entendería, estaba segura de ello.
Laura Partida Vargas, 3º B
PRIMER ACCÉSIT
LA BELLA Y LA
BESTIA
Entré en la oscuridad de un enorme castillo y bajo un hechizo nos
encontramos el servicio y yo. Ellos convertidos en tetera, plumero y
relojes, pero cada uno con vida propia. Y yo, el príncipe del
castillo, convertido en una maligna, furiosa y horrible bestia. Y así
pensé que seguiría toda mi vida, porque para que el hechizo
terminara alguien tendría que enamorarse de mí, antes de que la
rosa encantada perdiera todos sus pétalos. Pero, ¿quién? ¿quién
podría quererme? ¿quiém no me miraría como a la bestia que soy?
Pasaban los días y cada vez estaba más enfadado con todo y con
todos. Rompía todo lo que encontraba a mi paso porque me consumía
el pensar que pasaban los días y nada cambiaría.
Pero cambió. Una noche de tormenta apareció un viejo pidiendo
auxilio al castillo. Ni lo escuché, estaba tan enfadado siempre que
cogí y lo metí en un calabozo en la torre del castillo. Él pedía
auxilio, pero nada me importaba. Vivía tan amargado que no tenía
ningún sentimiento de compasión por nada ni por nadie. Poco
después llegó ella, Bella, venía a buscar a su padre, era amor y
dulzura, pero yo solo tenía rabia y así me comporté con ella. Para
rescatar a su padre de mis garras aceptó quedarse ella en su lugar.
Y así fue como conocí al amor de mi vida. Jamás pensé que aquella
joven tan dulce llegaría a mirarme sin ver a la bestia, que podría
enamorarse de mí. Pero sí, supo ver en mí todo lo bueno que tenía
dentro y quererme como yo la quería a ella. Ese amor hizo que el
hechizo terminara y volvió a salir el sol.
Elena Melero Martagón, 2ºC
2º ACCÉSIT
EL PRÍNCIPE DE
CENICIENTA
Soy el príncipe más guapetón de todo el reino. Me gusta ir de
fiesta, salir con amigos y sobre todo enamorar a las jóvenes con mi
belleza.
Hoy tengo que ir a una fiesta que ha organizado mi padre, el rey. Es
un rollo, no quiero ir, pero lo haré porque ha dicho que me va a
buscar una princesa.
Llega la hora de ir a la fiesta. Así que me voy a duchar y me voy a
poner mi traje de chaqueta con mi pajarita y mis mocasines. No sabéis
lo pesado que se me hace aguantar a tantas jóvenes enamoradas de mí.
Cuando llego a la fiesta, me encuentro a una chica bellísima a la
que quiero conocer ¡ya! Me paso toda la noche bailando junto a ella.
A media noche, sin saber por qué, se va , y salgo corriendo detrás
de ella. Entonces vi que se le había caído el zapato; lo cogí y
decidí ir casa por casa para ver quién era mi princesa.
Al día siguiente, junto con mis dos lacayos, fuimos por las casas de
todas las doncellas que estuvieron aquella noche en la fiesta para
averiguar a quién pertenecía ese zapato. Después de ir a varias
casas acabamos muy cansados, pero no quería descansar hasta
encontrar a la dueña.
Ahora vamos de camino a la casa del rey Federico, un hombre muy bueno
que tenía una hija, pero finalmente este pobre hombre muere, y su
hija queda a cargo de una mala mujer y sus hijas. Estas tres mujeres
la tratan mal. Ella hace de sirvienta, y cocina, plancha, limpia…
Llegamos a la casa y de repente las dos horrorosas jóvenes se
acercan a mí; les explico lo que voy a hacer y saltan de alegría
pensando que una de ellas será mi princesa, así que me pongo a
probarles el zapato. A ninguna de las dos le queda bien: a una de
ellas le quedaba muy pequeño y a la otra, enorme. Una joven muy
guapa de ojos azules baja por las escaleras. Estaba segurísimo de
que era ella. Cuando le pruebo el zapato, le queda perfecto, así que
la beso. La invito a que se venga a mi castillo para presentarla en
mi familia como mi futura esposa.
Finalmente, al poco tiempo, me caso con ella y somos felices y
comemos perdices.
David Chacón, 2ºC
3º ACCÉSIT
EL CORONAVIRUS
Hola, me llamo Coronavirus, más conocido como Covid 19. Os voy a
explicar dónde comenzó todo. Yo, en principio, era solo un virus.
Muchos animales morían por mi culpa, y yo me sentía muy mal,pero…
¿qué podía hacer? Tengo que infectar a gente para sobrevivir. Yo
no soy malo, solo quiero vivir. Después de un siglo así, me
entraron ganas de probar cosas nuevas, y encontré al dueño de los
animales que estaba infectando en ese momento. Me dije a mí mismo:
¿por qué no contagiar a esta persona? A ver qué tal… Lo contagié
entrando por los orificios de su nariz, y al poco poco noté sus ojos
hinchados, y que perdía el gusto y el olfato. Pero, ¿por qué?
Cuando yo contagiaba a los animales no era así, ellos seguían vivos
y fuertes. Pero ese hombre murió y yo quedé destrozado porque no
pensé que podía pasar esto. Poco después sentí por mi brazo cómo
estaban mutando millones y millones de virus, que fueron corriendo a
infectar a las personas. Yo les dije que pararan, pero no lo
hicieron. Ahora, en el siglo XXI, por mi culpa, existen las
mascarillas, el hidroalcohol, la distancia social… incluso hubo un
tiempo en el que las personas se confinaron por mi culpa. Después
fueron viniendo muchas olas de virus, pero la gente sobrevivía.
También se descubrió una vacuna y todo se fue relajando. Las
personas empezaron a hacer vida normal.
Julia Castro 1º C